Con motivo del curso intensivo de Aplicaciones de la pedagogía teatral en ámbitos educativos y de los cursos regulares de pedagogía teatral publicamos el prólogo a El baúl mágico que en su día escribió la Dra. Rosario Navarro de la Universidad de Sevilla.
PRÓLOGO
La creatividad no es una habilidad cualquiera, sino que es necesaria para que el individuo pueda desarrollarse como persona. Por ello la educación jamás debería desestimarla. Borthwick diría: “La aptitud creadora es inherente al proceso educativo, pues conduce al individuo no sólo a realizar nuevas asociaciones para integrar objetivos en un todo creador, sino también a saber manipularlos de manera creativa activando su mente y desarrollando sus potencialidades” (Borthwick, 1982: 27). El desarrollo de la capacidad creativa debería ser uno de los fines de toda educación, no sólo la formal, como apareció recogido en la LOGSE y en la LOCE, cuando se hacía referencia al desarrollo integral de la persona, sino también de la educación no formal y la informal.
Entre los indicadores de la creatividad que describe Ricardo Marín, se encuentran: la originalidad, la flexibilidad, la productividad o fluidez, la elaboración, el análisis, la síntesis, la apertura mental, la comunicación, la sensibilidad para los problemas, la redefinición y el nivel de inventiva. Destacamos el de “la sensibilidad para los problemas y el descubrir las deficiencias, fallos e imperfecciones” (Marín, 1980: 23); la capacidad de ver problemas nuevos donde no hay nada aparentemente, de no considerar nada como hecho o fijo, “de desarrollar ideas nuevas incluso en contra del ambiente” (Sánchez Méndez, 1999). He aquí uno de los componentes que consideramos imprescindibles para una educación integral de la persona, su sensibilidad o contacto con la sociedad, la capacidad de interrogarse, de dar respuestas ante situaciones nuevas, de trabajar junto a otros y de poder comunicarse. Creemos que la creatividad ayuda a la persona a desarrollar estos aspectos que, generalmente, son los más ignorados en un aprendizaje creativo. Por tanto, lo más interesante del aprendizaje creativo en la escuela no es el de formar a artistas, como se ha asociado durante mucho tiempo, sino desarrollar la capacidad inventiva que todos tenemos.
Desde este planteamiento, consideramos importante formar a personas desde la creatividad, para que sean capaces de aventurarse a dar respuestas a su realidad más cercana y a la más lejana, y por ende, que aprendan a observarla, a analizarla, que comprendan la necesidad de los otros para crear. En definitiva, que no caigan en la monotonía, la rutina o la pasividad. Más aún en una época tan dinámica-compleja como la que vivimos, marcada por la interrelación a escala planetaria, los nuevos descubrimientos en genética y en nuevas tecnologías, en la multiplicación de la información, de viajes al espacio y del permanente redescubrimiento del mismo… En definitiva, de manifestaciones de la creatividad del hombre. Sin embargo, todo ello contrasta con una época del subdesarrollo, de los cientos de millones de analfabetos, del empobrecimiento progresivo de la inmensa mayoría de la humanidad, hasta el punto, como planteaba Marín Ibáñez, hace ya un par de décadas, de “no saber si vamos a alumbrar un mundo habitable humano (…) En este mundo plural y conflictivo, (…) no nos es lícito refugiarnos en la inercia, la pasividad o la rutina” (Marín Ibáñez, 1980: 1-2).
Por ello, vemos en el aprendizaje creativo una puerta para que la persona descubra la necesidad y el compromiso con los demás, sus capacidades, su originalidad, sus recursos para expresarse, comunicarse y crear y su responsabilidad como ciudadano con el entorno social, desde el cultivo de una sensibilidad con los problemas y de una sensibilidad para el trabajo en grupo. En definitiva, se trata de educar a personas creativas que lleguen a ser capaces de proponer nuevos caminos y construir juntos una sociedad en la que todos tengan cabida digna. Somos concientes de que el desarrollo de la creatividad, en relación al arte, la literatura o las ciencias puede ser realizado obviando esta tendencia o posibilidad social y cooperativa, como de hecho vemos reflejado en múltiples manifestaciones en los ámbitos, por ejemplo, artísticos o académicos, marcadas tristemente por cierto egocentrismo. Es precisamente esta dejación acerca de las posibilidades sociales que tiene el aprendizaje creativo una de las razones por las que se hace aún más necesario elaborar métodos de trabajo como el que se nos propone en este libro.
En nuestra búsqueda acerca de espacios desde los que potenciar la creatividad en la educación encontramos la dramatización como una excelente práctica educativa para ello. Diremos a grandes rasgos que la dramatización es aquella práctica educativa estructurada que, utilizando el lenguaje dramático como base, se ocupa del desarrollo personal y social de los componentes del grupo, atendiendo principalmente al proceso. Ésta no sólo fomenta el aprendizaje creativo, sino valores tan imprescindibles en el desarrollo de la persona como el cultivo del respeto al otro y consecuentemente, la educación en la diversidad, la cooperación, la escucha, la resolución de conflictos desde la no violencia, etc. Fue ello lo que nos convenció para dedicar nuestro estudio doctoral al valor de la dramatización como herramienta pedagógica y la necesidad de la formación del profesorado para su uso (Navarro, 2005). Pudimos conocer experiencias e investigaciones sobre la utilidad de la dramatización o el drama tanto en el ámbito español como anglosajón, en el que el drama en la educación goza de una trayectoria más larga y consolidada. A modo de resumen mostramos en el siguiente cuadro las principales contribuciones del drama a la educación.
Cuadro 1. Aportaciones del drama a la educación.
Es un recurso para la motivación porque conserva un componente lúdico; constituye una actividad concreta que ayuda al aprendizaje de conceptos más abstractos; potencia las habilidades sociales en la medida que todo sucede en un grupo que implica la mejora de las relaciones con los otros; como decíamos, es un recurso único para educar en valores desde la experiencia; la expresión de sentimientos y emociones hace del drama un espacio idóneo para la educación emocional y genera una relación de confianza entre el profesor y el alumno; ayuda a la persona a tomar conciencia de su voz y de sus potencialidades, desarrollando su protagonismo; se nos ofrece como un medio que desarrolla la creatividad, ya que requiere de la elaboración de nuevas situaciones y respuestas utilizando los recursos lingüísticos, corporales, musicales, gestuales, etc. Fruto de esto último, enriquece las capacidades lingüísticas y expresivas de quien practica la dramatización. Y, por último, cultiva la sensibilidad social en cuanto que requiere de la observación del entorno.
Es comprensible que la dramatización aparezca explícitamente a lo largo de las diversas legislaciones educativas desde 1970, aunque con diferente ubicación en cada una de ellas. Sin embargo, la aparición de la dramatización en el currículum escolar no estaba vinculada con la contemplación de la formación inicial del profesorado para su uso. Esto sigue ocurriendo en la actualidad, lo cual supone una dificultad real para su aplicación en el aula, perdiendo así las múltiples oportunidades que nos ofrece para un desarrollo integral de la persona. Aprovechamos estas líneas para hacer un llamamiento a las instituciones responsables de la formación inicial del profesorado, de manera que consideren en la oferta formativa todo aquello que posteriormente se le pide al docente que enseñe. Eso sería lo coherente.
Hace años nos aventuramos a experimentar diversos métodos de trabajo que utilizasen la dramatización en la educación para comprobar algunas de las contribuciones antes señaladas y para descubrir las necesidades formativas que iban apareciendo para el profesor.
Lo primero que pudimos constatar, a base de los errores de nuestra propia experiencia en la práctica de la dramatización en los colegios, de la lectura, del estudio de diversas publicaciones sobre el tema y tras el contacto con especialistas en esta materia, fue que cada edad requiere una forma específica de trabajar. Esto que parece una obviedad en el resto de áreas de conocimientos, puesto que se estructura por niveles, cursos, ciclos y etapas; cuando se trata de hacer teatro no está tan claro. Pareciese que con un mínimo de adaptación sería suficiente para realizar una actividad teatral en las escuelas. Sin embargo, la realidad nos manifiesta claramente que no es así. Cada etapa requiere de unas técnicas, juegos y formas de estructurar la dramatización completamente diferentes. Y tratándose de Educación Infantil era difícil encontrar un texto que organizara todo un curso escolar y que diese las claves de trabajo desde la dramatización, pues ésta adopta unas particularidades especiales por ser aún alumnos demasiado pequeños.
Y es en esta búsqueda cuando conocimos el método que hoy presentamos aquí. Atraídos por su coherencia interna y por su eficacia para el aprendizaje creativo y el desarrollo social del niño, participamos de los numerosos seminarios pedagógicos en los que se profundizaba en el método y se revisaba, a la vez que lo poníamos en práctica en diversas escuelas de Tarragona y Sevilla. Durante años asistí a un verdadero proceso grupal de investigación cualitativa mediante la reflexión-acción, por el cual se iban perfeccionando y afinando los elementos del método, siendo éste parte de mi estudio de Tesis Doctoral. Fruto de una primera categorización de las notas de campo, surgieron grandes núcleos acerca de las aportaciones del drama al desarrollo de los niños, que se iban repitiendo a lo largo de las diferentes sesiones de trabajo. No es nuestra intención describirlos aquí, pues el lector lo podrá ir descubriendo según vaya aplicando el método que se le ofrece en este libro; simplemente nombramos algunos de ellos en el siguiente cuadro:
Una de las consecuencias simultáneas a las aportaciones que se deriva en los niños mediante la práctica de la dramatización es la transformación del profesor. La figura del profesor es indispensable para que funcione esta herramienta y, generalmente, se ignora, por lo que acaba por no funcionar la dramatización en el aula, a pesar de la buena voluntad que se ponga en ella. No es frecuente en la literatura sobre pedagogía teatral textos que ofrezcan al docente las claves necesarias para que pueda acabar teniendo autonomía en el proceso de creación y elaboración de sus propias sesiones. Es por ello que consideramos de gran importancia y utilidad este manual, escrito desde el punto de vista de quien lo tiene que poner en marcha, de manera que el educador pueda acabar teniendo un mínimo de confianza en la actividad para empezar a rodar. El método exige estar dispuestos a jugar y aprender de los niños y junto a los niños. ¡¡Sorprenderán los resultados en ambas partes!!
Me llena de alegría y satisfacción que por fin haya dado a luz el libro en el que se sistematiza un método de trabajo eficaz ante los objetivos que se proponen con la infancia. Es poco frecuente libros de dramatización que ofrezcan al docente, o a la persona que se dispone a desarrollar la creatividad a un grupo de niños, una reflexión que considere los múltiples interrogantes que subyacen a toda intervención educativa, entre ellos: ¿cuál es la finalidad última de la acción educativa que emprendo?, ¿cómo entiendo que ha de ser el proceso de enseñanza-aprendizaje?, ¿de qué valores parto y cuáles quiero educar?, ¿cómo concibo los sujetos que intervienen en dicha acción, el niño/a, el docente y el grupo?, ¿cómo entiendo la influencia social que reciben estos sujetos y cuál es mi postura como docente frente a ella? Entiendo que sólo así el lector puede comprender cuáles son las motivaciones últimas del autor y discutir con él, así como posicionarse ante la propuesta que aquí se le ofrece y elaborar una mejor idea de lo que se trae entre manos. Son numerosas las ocasiones que en educación omitimos este esfuerzo por explicitar de dónde partimos, como si todos estuviéramos situados en el mismo punto –nada más lejos de la realidad- o, lo que es peor aún, como si los métodos que proponemos fuesen neutrales y no tuviesen detrás de ellos una filosofía de la vida, una determinada concepción del hombre y de la educación. Es cierto que no somos antropólogos, ni filósofos y que sin lugar a duda esta filosofía y antropología podría ser mejorada por personas especializadas en estos campos del conocimiento, pero creo sinceramente que todos los educadores tenemos el deber de intentar humildemente definirla y ponerla sobre la mesa para no ocultar aspectos esenciales que, con toda seguridad, están influyendo en nuestro quehacer educativo.
El fuerte potencial que la educación tiene para configurar una nueva realidad, mantener la ya existente o transformarla, la convierte en un elemento lo suficientemente importante como para que todos atiendan a ella. Sólo así se entienden los sucesivos cambios de legislaciones educativas, paralelas a los cambios de grupos de poder político en el gobierno español. Es por ello que los educadores no podemos ser títeres movidos por la reflexión de otros -como parecen que nos imponen en muchas ocasiones al tratarnos como técnicos de la educación-, sino cuestionarnos cuál queremos que sea nuestra aportación al niño que tenemos enfrente, al grupo clase, al centro y a la comunidad educativa y, por qué no, al mundo. En definitiva, estamos hablando del poder político que posee la educación, en cuanto que desde ella estamos formando a los futuros ciudadanos que serán los nuevos constructores de la sociedad. Queramos o no, esta es nuestra responsabilidad, a la vez que el regalo que se nos ofrece en nuestra profesión.
El baúl mágico pretende ser una propuesta para educar en la libertad desde la creatividad y el desarrollo de la imaginación en la infancia. Una propuesta que partió del autor, quien ya consiguió esto con adolescentes y adultos y creyó firmemente en que también era posible trabajar desde estas claves con la infancia. Ha sido su permanente actitud de estudio, de investigación, experimentación, de revisión hasta la saciedad –aún cuando ya estábamos todos convencidos de que estaban elaborados todos los aspectos del método- y de trabajo paciente con un grupo de personas dispuestas a aprender también el método, el que ha hecho posible que hoy se pueda publicar este libro.
Te dejo disfrutar de la obra, con el deseo ardiente de que la motivación que te ha impulsado a tener este libro en tus manos y la lectura del texto te animen a comprobar por ti mismo sus resultados.
Dra. Rosario Navarro.
Universidad de Sevilla
Soy maestra de educación primaria y en estos momentos estoy abordando una investigación relacionada al desarrollo de habilidades comunicativas orales a partir del teatro. leí esta pagina y me parecio interesante, agradecere compartir informacion relacionada.
saludos cordiales
Leydy